Si no existiera la ambición, no habría tampoco pre texto alguno la no armarse. El propio principio de la violencia exige que se renuncie a toda forma de explotación.
Si las Grandes Potencias
miedo a la destrucción,
si se desarmaran, ayudarían
automáticamente al resto del mundo a recuperar su cordura. Pero entonces esas grandes Potencia deberían abandonar sus ambiciones imperialistas y su explotación de las naciones de la Tierra llamadas incivilizadas y revisar su estilo de vida. Ello significaría una revolución absoluta.
La paz jamás se producirá mientras las Grandes Potencias no decidan valientemente desarmarse a sí mismas.
Apenas deje de existir esa mentalidad de explotador, la carga que sobre nuestros
hombros ejerce el peso
de todos esos armamentos
nos resultaría insoportable.
No puede haber un desarme
verdadero, mientras las
diversas naciones del globo se sigan explotando entre sí.
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