Amor por la Vida

Amor por la Vida
Ah K2iiin Xook

lunes, 25 de abril de 2011

La ley del Amor

Sólo esa ley suprema puede dar sentido a nuestra vida y establecer la armonía indispentasable para el funcionamiento del andamiaje social. Y si ésa debe ser nuestra ley, deberemos esforzarnos cuanto de las Siempre nuestra vida cotidiana. surge la discordia, cuando uno choca con la oposición, hay que tratar de vencer al oponente, con el amor Pa ra solucionar numerosos problemas, toda mi vida he recurrido a este me dio elemental. Esto no significa que haya resuelto todas mis dificultades.
El hecho de que en nuestro planeta sigan viviendo todavía tantos  hombres, demuestra que el mundo tiene como fundamento,  no la fuerza de las armas sino la de la verdad y la podamos  para que sea la norma de del amor. El hecho de que nuestro  que mundo siga viviendo todavía, a pesar de tantas guerras,  demuestra palpablemente y de la manera más irrefutable que
esta fuerza es victoriosa.
La que rige a la humanidad es la ley del amor. Si la violencia,
 o sea, el odio nos hubiera regido, nos habríamos extinguido
hace muchísimo tiempo. Y sin embargo, la tragedia de ello es
que en la llamada civilización, los hombres y las naciones se
conducen como si la base de la sociedad fuese la violencia.
La existencia de millones de hombres depende de la intervención
sumamente eficaz de esta fuerza. Gracias a ella vemos cómo se
 disipan las pequeñas peleas que entorpecen la vida cotidiana de millones de familias. Centenares de pueblos viven en paz. Este hecho no lo reseña ni puede reseñarlo la historia. La historia, como es lógico, registra los acontecimientos que corresponden a una detención momentánea en el funcionamiento de esa fuerza del amor o fuerza del alma. Riñen dos hermanos; uno de ellos se arrepiente y despierta así aquel amor que dormitaba en él: los dos viven de nuevo en paz. De este episodio no hay nadie que tome nota. Por el contrario, la prensa recogerá enseguida el hecho, hablarán de él todos los vecinos y hasta la historia conservará en parte su recuerdo, si esos dos hermanos recurren a la guerra o, lo que es otra forma de intervención brutal, apelan a la justicia, tras una consulta con sus consejeros jurídicos o por cualquier otra razón. Y esto, que es verdad en las familias y en las demás comunidades, no es menos cierto en Ias naciones. Nada nos autoriza a creer que las naciones son gobernadas por una ley distinta de la de las familias. De este modo, la historia se contenta con registrar las interrupciones que sufre el curso natural de las cosas. Pero como la fuerza del alma es natural, la historia no habla de ella.

 En mis escritos no puedo tolerar la mínima concesión a la mentira. Estoy dispuesto a rechazar todo lo que se consiga con desmedro de la verdad y, por otra parte, estoy sólidamente convencido de que no hay más religión que la verdad. También sería inconcebible  encontrar en mis escritos  una sola nota de odio.  ¿No es el amor lo que  hace vivir al mundo?  Donde no está presente  el amor, no existe vida.  La vida sin amor conduce a la muerte. El amor  y la verdad representan  las dos caras de una  misma moneda. Estoy  seguro de que por medio  de estas dos fuerzas se  puede conquistar el mundo entero.
Tras renunciar a la espada, no tengo otra cosa que ofrecer a mis adversarios que la copa del amor. Gracias a esta ofrenda, creo que me aproximaré a ellos. Considero inconcebible una enemistad perpetua entre los hombres. Y como creo en la teoría de la reencarnación, espero que podré en esta vida o en la siguiente reunir a toda la humanidad en un único vínculo de amistad.

La fuerza del Amor







El amor es la mayor fuerza del mundo y, al mismo tiempo, la más humilde que se pueda imaginar.
Si el amor o la no violencia no es la ley de nuestro ser, todos mis argumentos se hacen añicos.
La humanidad tiene que salir de la violencia sólo a través de la no violencia. El odio puede ser vencido únicamente por el amor. El contraodio sólo incrementa la superficie y la profundidad del odio.


Reflexiones Sobre El Amor Incondicional de Mahatma Gandhi




 Mahatma Gandhi

 El viernes 30 de enero de 1948, minutos después de las cinco de la mañana, Gandhi iba rumbo a su plegaria habitual en la congregación, cuando un fanático hindú se aproximó y le disparó tres balas. Al desplomarse, murmuró dos veces "Hei Rama" (Oh, Dios) y falleció. Tenía 79 años. Diez días antes, durante otra plegaria en el exterior de su residencia en Nueva Delhi, un joven arrojó una bomba que estalló sin afectar a nadie. La India vivía uno de sus peores momentos políticos desde el Día de la Independencia, 15 de agosto de 1947.
La táctica tradicional del Imperio Británico, "divide y reinarás'; había sido activada en 1947 cuando Clement Attlee, primer ministro inglés, anunció la partición del subcontinente en dos estados diferenciados: la India para los hindúes, el Paquistán para los musulmanes. El líder del nuevo gobierno nacional, Jawaharlal Nehru, asumió la compleja medida geopolítica.
Gandhi comentó: "La partición es una tragedia espiritual. No concuerdo con lo que mis amigos más próximos hicieron o están haciendo. Treinta y dos años de trabajo han llegado a un final sin gloria". No hubo ningún mensaje suyo a la nación. Motines en Calcuta y cruentos choques comunales lo indujeron a iniciar una severa huelga de hambre (ayuno extremo de protesta). Tuvo efecto momentáneo. Lamentó las tremendas atrocidades cometidas por doquier. Migraciones masivas (unos seis millones de hindúes y sikhs [secta religiosa originaria del Punjab] salieron hacia la India desde el Paquistán occidental y unos seis millones y medio de musulmanes marcharon en sentido inverso) ensangrentaron la región, con medio millón de muertes.

Lo que más acongojaba a Gandhi eran los grupos étnicos que decidieron no abandonar sus hogares ancestrales, y se convertían en minorías amenazadas dentro de su "ex país". Sostuvo que el deber de ambos gobiernos era proteger a esas minorías.
El 12 de enero de 1948, desgarrado por la violencia reinante, emprendió otro ayuno riguroso y expresó: "No tengo respuestas para mis amigos musulmanes que vienen a verme día tras día para preguntarme qué hacer. Ultimamente, me ha estado royendo la impotencia".
Una semana después, supo que un Comité  de Paz, con miembros de  todas las comunidades, había firmado un pacto de amistad fraternal para  proteger la vida, la propiedad y la fe de la minoría musulmana. Dijo entonces: "Admito mi error".  Creía que nuestra lucha se basaba en la no violencia, cuando en realidad no fue otra cosa que resistencia pasiva, que esencialmente es el arma de los débiles. No bien resulta posible, lleva naturalmente a la lucha armada".
La India fue proclamada república soberana en 1950 y el Paquistán fue declarado república islámica en 1956: sus choques bélicos por el dominio de la región de Cachemira se volvieron endémicos. Ambas naciones desarrollaron luego ambiciosos programas nucleares con auxilio tecnológico de las potencias enfrentadas durante la Guerra Fría.
El monje Thomas Merton, gran estudioso de la ahimsa (no violencia) y la satyagraha (voto por la verdad) que orientaron la vida de Gandhi, dijo: "Fue alguien al mismo tiempo hindú y universal. No era una mente de odio, I intolerancia, recriminación, rechazo o división. Era una mente de amor, comprensión y capacidad infinita".
Resaltó que en la mente gandhiana la no violencia no era tan sólo una táctica política que fue supremamente útil y eficaz durante la lucha de liberación del yugo extranjero, a partir de lo cual la India debía concentrarse en realizar su propia identidad nacional. Fue mucho más que eso: el desafío de consolidar en sí mismo una unificación espiritual. Por consiguiente, era menester asumir la ahimsa y la satyagraha no como un medio para alcanzar tal unidad sino como un fruto amoroso de esa unidad prealcanzada.
Una vez concretada la independencia política, Gandhi llegó a vislumbrar que su creciente fracaso político se debía a que sus seguidores no habían alcanzado la unidad interior que él había logrado. La presunta satyagraha de las masas era un espejismo: la veían como un recurso político para conquistar la unidad y la libertad, mientras él lo asumía como una conquista espiritual preliminar, un primer paso hacia un estado superior de conciencia.
'Tan pronto como el fin de corto plazo fue conquistado, la satyagraha fue descartada por la multitud. No se alcanzaban la paz interior ni la unidad íntima, sólo las mismas divisiones, los conflictos y los escándalos que ya fragmentaban al resto del mundo'concluyó Merton.

En días de expansionismo colonial occidental, en los albores
 de la Era Nuclear (tras los horrores de las dos grandes
guerras mundiales del siglo XX, incluidos los campos nazis
 de exterminio y las bombas atómicas lanzadas sobre
 Hiroshima y Nagasaki) y las plagas totalitarias de Hitler,
 Mussolini, Stalin y el Japón imperial, Gandhi delineó un
camino ejemplar que no ha perdido vigencia.
Ante un mundo saturado de odio y falsedad, negador de
 la compasión y la tolerancia, el amor incondicional de
Gandhi continúa siendo la más subversiva de las militancias: "Si el amor o la no violencia no es la ley de nuestro ser, todos mis argumentos se hacen añicos".
Miguel Grinberg