martes, 24 de mayo de 2011
La maternidad y el trabajo deben compatibilizarse lo mejor posible.
Es importante que la mujer pueda alternar su maternidad con su carrera profesional. Para ello, es necesario en primer lugar, que el marido le brinde a su esposa,
todo el apoyo que esta necesita para
desarrollar su cultura y su capacidad
profesional. Por otra parte,
la mujer-madre debe disponer
del tiempo suficiente para criar
a sus hijos, sin que ello perjudique
irreversiblemente su actividad
laboral y/o cultural. Y al revés: el trabajo, no debería afectar negativamente la atención a los hijos.Quizá las necesidades económicas que hoy vivimos, hagan difícil encontrar un equilibrio óptimo entre la dedicación de la mujer al trabajo y al hogar.
Por eso, es más importante que nunca afirmar que el mundo laboral debe aprender a respetar el don de la maternidad; si no lo hace, corre serios riesgos de deshumanizarse. El ámbito del trabajo y el ámbito de la cultura, necesitan del "genio" de la mujer para ser más acogedores, más "vivibles", más "disfrutables".
La mujer-madre, puede hacer una contribución peculiar en este sentido, si se la deja de tratar como a un hombre -también si ella misma deja de intentar parecerse al hombre-, y se respetan sus tiempos, si se facilita la adaptación de sus obligaciones laborales a su particular condición maternal. De este modo, aunque los empleadores no vean en este enfoque más que problemas inmediatos, a largo plazo podrán comprobar que las mujeres, además de trabajar más a gusto y rendir más, al poder vivir su maternidad como corresponde, enriquecerán con su experiencia maternal la actividad laboral.
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