Amor por la Vida

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lunes, 23 de mayo de 2011

Historia de la paternidad



México DF, JUNIO, 2000 (Román González/CIMAC). En el porfiriato, al inicio del siglo, en México de los 13 millones de habitantes, el uno por ciento era dueño de 99 por ciento de la tierra. Las costumbres que prevalecían en el seno familiar se caracterizaban por una rígida moral en todos los estratos sociales. El respeto que se profesaba “a los mayores” llegó a niveles de reverencia absoluta, tanto las esposas como las hijas y los hijos debían afecto y obediencia a los padres, a tal grado que sus órdenes no se discutían. Por ese entonces, se pensaba que “después de Dios estaban los padres”.
Con el inicio de la Revolución Mexicana, la mayoría de las familias se vieron afectadas por el conflicto. La ausencia, el desarraigo y en ocasiones la pérdida del padre era de lo más común de esta época. En especial las familias campesinas fueron afectadas. Gracias a las demandas de las mujeres, los revolucionarios triunfantes decretaron la Ley del Divorcio en 1914; la Ley de Matrimonio en 1915, y la Ley de Relaciones Familiares en 1917.
Posterior a la Revolución, dio inicio la era del caudillismo y la reconstrucción del país en todos los aspectos. La idea de paternidad apenas se vio modificada con los nuevos aires de modernidad que experimentó un reducido sector social. En 1922 la Constitución del estado de Yucatán reconoció el derecho de la mujer a votar en las elecciones municipales y, en 1923, la del estado de San Luis Potosí. Esto contrastaba con la situación de la mayoría de la población rural, la cual permanecía fiel a sus costumbres respecto del padre.

Para 1929, en la vida doméstica, fueron importantes las medidas llevadas a cabo por el gobierno cardenista en la educación, las campañas de alfabetización y el reparto agrario, que modificaron ciertas conductas familiares. No obstante, el modelo tradicional de padre como proveedor, jefe que controla y tomaba las decisiones en la familia, siguió imperando en esta década, mientras que la mujer se dedicaba a la casa, en un lugar subordinado.
La década de los cuarenta marcó el impulso de la modernidad en nuestro país. Aquí, la Epoca de Oro del Cine Mexicano, fue la que se encargó de difundir ciertos modelos de ser hombres y padres. En este marco el papel tradicional del padre, generalmente, permaneció intacto, incluso en algunos casos se percibió un retorno a los patrones más rígidos y conservadores de la paternidad.
Los años cincuenta sobresalen por la gran presencia de hombres y mujeres jóvenes en las ciudades, que con su manera de pensar, sus modas y actitudes abrieron y marcaron brechas generacionales. El modelo tradicional de ser padre empezó a ser fuertemente criticado y confrontado por las hijas e hijos jóvenes en gran parte del mundo occidental. México que se caracterizaba por ser un país con fuertes ideas conservadoras y cuya población en su mayoría era católica, no escapó de la proliferación de los llamados “rebeldes sin causa”. 

La década de los sesenta tuvo grandes cambios socioculturales. Dentro de este contexto, muchos jóvenes confrontaron el modelo tradicional y autoritario de ser padre, el cual, por momentos, se flexibilizó o se hizo más rígido aumentando las tensiones al interior de las familias. Otros padres, en contraste, nunca sintieron afectados sus esquemas conservadores frente a sus hijas e hijos.
La década de los setenta tuvo una creciente presencia y protagonismo de las mujeres en los centros educativos y laborales y les permitió adquirir una mayor independencia, participar e incluso hacerse cargo de la manutención de sus hogares. Emerge con fuerza el movimiento feminista y la lucha por la igualdad de los derechos de las mujeres. Asimismo, la posibilidad de regular su fecundidad, junto con las campañas de planificación familiar, las de educación sexual y la aparición de las primeras denuncias sobre violencia intrafamiliar, fueron factores que dieron un duro golpe a las conductas y creencias machistas y patriarcales de la sociedad mexicana, principales obstáculos para la igualdad entre mujeres y hombres. 


A partir de la promoción y defensa de los derechos humanos y de las mujeres, el cambio de actitud hacia una paternidad más responsable parecía inevitable, sin embargo, prevalecía la desconfianza y el desconcierto de los varones ante los cambios.
Avanzados los años noventa, los hombres que son padres tiene por delante los desafíos de disminuir el índice de maltrato infantil y al violencia doméstica, así como el abandono de la casa de hijos, hijas y de los mismos padres. En este sentido, es importante lograr una mayor participación de los hombres en tareas domésticas y en la crianza de las hijas e hijos.
En el umbral del nuevo siglo, la sociedad mexicana entra con nuevas perspectivas y retos de lo que puede ser un padre. A los nuevos padres se les demanda mayor cercanía, amor comunicación, respeto y, sobre todo, conciencia de su paternidad. El nuevo milenio exige a los varones que son padres mayor equidad, corresponsabilidad, ternura hacia su pareja, hijas e hijos.











FUENTE: Paternidad Equitativa: Una propuesta para hombres que desean mejores relaciones con sus hijas e hijos. CORIAC, 1999.

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